martes, 2 de junio de 2015

Historia de la gastronomia

Castilla y León está formada por nueve provincias que comparten gustos y sabores, pero que conservan su propia personalidad. Una personalidad de enorme riqueza histórica y artística que, gastronómicamente se incluye junto a Extremadura y Castilla-La Mancha.
Sin duda, la faceta más conocida de la comida de Castilla y León es la de los asados de cochinillos y corderos.

León,  gastronómicamente, tiene un universo propio y unas constelaciones en los que se pierde hasta el sagaz olfateador de aromas de fogón.
La gastronomía  es, desde hace tiempo, un importante elemento singularizador dentro de los aspectos de un lugar; y el turismo gastronómico es otro foco de atracción para aquellos que quieran conocer la comunidad. Los platos tradicionales elaborados a partir de antiguas recetas que se han perpetuado a lo largo de los siglos, es posible encontrar en Catilla León una cocina más innovadora y moderna que investiga y desarrolla nuevas recetas partiendo de la tradición y de la calidad de los productos.




En Castilla, se prepara con tanto esmero la carne de cordero, liebre, conejo, perdiz, o cerdo, como unas migas, truchas o escabeches. Este mismo se muestra también en los dulces, que en ocasiones son tradicionales elaboraciones propias de los antiguos monasterios y conventos, de los que con frecuencia reciben el nombre: lazos de San Guillermo, yemas de Santa Teresa, toscas de la Virgen, bizcochos de San Lorenzo, virutas de San José... que muchas veces calman el hambre y son provisión de los peregrinos que hacen el Camino de Santiago.

     Historia de la cocina pasada comparando
                                     con la cocina de ahora.   

La gastronomía de Castilla y León es una variada forma de preparar platos, que se ve enriquecida por las aportaciones de las diversas provincias que se componen en la región. Cocina de origen rural. La cocina de Castilla y León esta fuertemente influida a lo largo de su historia por los pueblos que conquistan su territorio.
Fue durante muchos siglos, y es entre finales del siglo XIX y entre comienzos del siglo XX cuando cobra identidad nacional, fundamentada en los diferentes platos y técnicas culinarias propias. Todo este reconocimiento culinario sale a la luz gracias a la aparición a comienzos del siglo XX de escritores especializados en gastronomía capaces de ensalzar y alabar sus platos, de investigar en su historia y su origen.

En la cocina actual conviven dos realidades:La cocina clásica y popular fundamentada en la tradición, y la cocina actual que emplea las mas novedosas e ingeniosas técnicas de cocina de autor. A pesar de ello la cocina clásica de Castilla y León posee unas raíces religiosas muy profundas. Algunos platos típicos se han internacionalizado, tal y como puede ser el cordero lechal. Entre los productos de Castilla y León cabe destacar los quesos, que son de una gran variedad. También destaca en la gastronomía de Castilla y León la gran variedad de vinos que posee, habiendo alcanzado algunas de sus regiones vitinículas fama y reconocimiento internacional.    




                                Cocina tradicional   

La cocina de Castilla y León entra dentro de la denominación de la cocina castellana tradicional.
La zona castellana es cocina habitual de asados, principalmente de cordero( Aranda de Duero)
y cochinillo (Segovia).Son famosos los sitios ( generalmente restaurantes) que cuentan con recetas construidas para realizar asados. También destaca asadurrilla o chanfaina, plato elaborado a base de la asadura o corada del cordero.
                 
                                            
                                                                  
                                                               Asadurilla de cordero


-También destaca el botillo del Bierzo. Entre los jamones debe mencionarse el de Guijuelo. Hay una empanada llamada hornazo, que es muy típica en Salamanca, aunque puede encontrarse variantes en otras zonas, como la empanada de batallón que se encuentra en León.  
No podía faltar una amplia selección de vinos: los tintos, rosados, claretes, blancos y espumosos son protagonistas indiscutibles en la buena mesa leonesa y castellana. No es de extrañar por tanto la cantidad y calidad de las distintas Denominaciones de Origen en esta comunidad, como la Toro, Cigales, Cebreros, Bierzo, Tierra de  León, Arribes D.O. de Ribera del Duero, Rueda etcétera.
Los postres de la regiones leonesa y castella ofrecen una variedad notable, mantecadas de Astorga o de Arcos de Jalón, laempiñonada de Aranda de Duero, las nueces con nata salmantinas, el rebojo zamorano, los suspiros de monja de Cuellar, los pestiños castellanos, el arroz con leche, el flan de Castilla, hojuelas, marañuelas leonesas, membrillo de Castilla, natillas de Zamora, rosquillas, torrijas de pan,yemas de Santa Teresa y pastas de San Juan de la Cruz abule

Aunque en estas tierras no quede mucha huella de la cocina romana, sí lo hay de su cultura y Tras la llegada de los moros,  llegó la barbarie que, curiosamente, en estas tierras, en vez de arrasar y destruir todo lo que pillaba a su paso, dejó un rastro de cultura.
Pero fueron los moros quienes trajeron todo su hedonismo a nuestra cultura y, en Castilla, se explayaron a gusto.
Durante casi ocho siglos, mientras en el resto de Europa andaban a estacazo limpio y comiendo jabalís al mas puro estilo Asterix, en Castilla convivieron pacíficamente cristianos, judíos y musulmanes, intercambiando culturas, enriqueciéndose mutuamente, aportando cada cual sus ideas para hacer una sociedad más rica, más amable, más refinada, más hedonista. Durante casi ocho siglos, Castilla fue como la Nueva York de la Edad Media, pero sin chinos.
Después llegó la intransigencia, el fanatismo, la hipocresía, la tiranía, la vergüenza social que llevó a España a perder un Imperio, pero quedó buena parte de su cocina, que no es poco, aunque oculta entre sábanas de barraganas, o tras las puertas de los monasterios y rebautizada con nombres santos, como toda esa fascinante dulcería arabigojudía que hoy se vende como Angélicas de la Bañeza, bollos de San Blas, San Migueles o del Santísimo Cristo del Caloco o el mismísimo brazo de San Lorenzo, que, lejos de estar chamuscado a la parrilla, como su nombre sugiere, pues es un delicioso dulce de bizcocho y yema caramelizada.
Pero no solo es su dulcería, sino toda su cocina, porque si bien Andalucía fue el último reducto propiamente árabe, por aquí las costumbres culinarias se mantuvieron vivas y así la cocina castellana mantiene el dominio de las especias como pocas en toda Europa.
Clavo, cominos, orégano, romero, tomillo y mil especias más, se entremezclan en otras tantas recetas fascinantes para ofrecernos unas morcillas, unos asados, unos platos de caza o unos guisos tan variopintos que, cuando algún colega de las letras gastronómicas extranjera viene por estar tierras, generalmente a catar vinos, alucina al probar tan formidable oferta culinaria.
Investigar en una cocina milenaria, siempre resulta apasionante para quienes nos dedicamos a estas historias, pero degustarla tal y como se viene haciendo ininterrumpidamente desde hace siglos, es mas fascinante aún, sobre todo cuando es así de deliciosa.

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